No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
El cristiano no pertenece a este mundo, pues ha sido unido a Aquel murió y resucitó. Por lo tanto, no necesita involucrarse en las actividades más prominentes en este mundo. Una de estas actividades es la votación electoral, la cual busca confirmar su existencia como parte de este mundo e identificarlo con el sistema que el Señor pronto ha de juzgar. Esta verdad es reconocida y confirmada por aquellos que han comprendido su verdadera posición en este mundo. Además, los acontecimientos a nuestro alrededor nos confirman que el mundo se acerca apresuradamente a una catástrofe sin precedentes (la gran tribulación), la cual caerá sobre quienes se oponen a Dios.
Mi alma anhela profundamente que el pueblo de Dios se mantenga separado para Dios, comprendiendo plenamente lo que le espera al mundo y, más aún, lo que ellos deben esperar continuamente. Que Dios nos conceda la gracia de ser fieles en llevar este testimonio a todas partes, según las oportunidades que él nos brinde, tanto a tiempo como fuera de tiempo; sus hijos, tan amados por él, lo necesitan.
A pesar de los rápidos cambios que este mundo está experimentando, nuestra única esperanza es la venida de nuestro Salvador, nuestro Amado. Su venida siempre ha sido una fuente de alegría para los suyos, y actualmente se ha convertido en una realidad más preciosa y cercana. Esperemos su venida continuamente; solo Dios sabe cuándo será ese momento.
Aunque el cristiano es consciente de los acontecimientos a su alrededor, sus pensamientos, su deseo y su porción están dentro del santuario. El acto de votar, que finalmente es un acto de identificación con el mundo, ¿acaso no debería ser evitado por los cristianos que entienden la voluntad de Dios y su lugar en Cristo, especialmente en estos tiempos finales?
J. N. Darby