El Señor Está Cerca

Sábado
15
Noviembre

Algunos que venían de Judea enseñaban… : Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a los ancianos, para tratar esta cuestión.

(Hechos 15:1-2)

Antioquía

Durante su estancia en Antioquía, luego de volver de su viaje misionero, Pablo y Bernabé enfrentaron un conflicto doctrinal. A pesar de las exitosas visitas previas de los profetas de Jerusalén (véase Hch. 11:27-28), surgieron hombres de Judea que insistían en que la circuncisión y la obediencia a la Ley eran necesarias para la salvación, una afirmación a la que Pablo y Bernabé se opusieron firmemente.

Ante esta situación, la iglesia en Antioquía debía tomar una decisión: ¿Aceptarían esta enseñanza o se separarían de los creyentes en Jerusalén? A Satanás le encanta dividir, pues es una estrategia para prevalecer. No obstante, la iglesia en Antioquía decidió enviar un grupo de hermanos, incluyendo a Pablo y Bernabé, a Jerusalén para discutir este asunto con los apóstoles y ancianos.

Cuando comenzaron a discutir el asunto, se presentaron defensores de ambas posturas. Todos tuvieron la oportunidad de hablar; luego de largas discusiones, Pedro habló, seguido por Bernabé y Pablo. Finalmente, Jacobo resumió la discusión y expuso la Palabra de Dios acerca del tema. De esta forma, el asunto quedó zanjado. La iglesia redactó una carta a los hermanos de Antioquía y otras regiones, comunicando la conclusión a la que habían llegado y la decisión del Espíritu Santo. Luego, enviaron a dos hermanos para que confirmaran personalmente el contenido de la carta, cuya enseñanza sigue siendo válida en la actualidad, pues Dios es inmutable.

La iglesia en Antioquía se reunió para escuchar la lectura de la carta. Todos consideraban esencial mantener la sana doctrina. “Cuando los hermanos la leyeron, se regocijaron por el consuelo que les impartía” (v. 31 NBLA). ¡Alegrémonos también!

Eugene P. Vedder, Jr.

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