El Señor Está Cerca

Lunes
10
Noviembre

Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

(Filipenses 4:6-7)

La paz de Dios

Orar es una forma de expresar nuestra dependencia de Dios y es la manera más efectiva de manejar nuestras preocupaciones. En este pasaje, se nos exhorta a no estar afanados por nada, por lo que inferimos que debemos orar por todo. Nada es demasiado trivial para nuestro Dios y Padre, incluso los asuntos más pequeños que preocupan al creyente. Todo debe ser presentado ante él y será atendido con atención.

En el término “ruego”, percibimos la seriedad de lo que implica presentar nuestras peticiones ante Dios. No se trata de una demanda, sino de expresar el ferviente deseo de que se haga la voluntad de Dios. Esto lo vemos bellamente ilustrado en la oración de nuestro Señor en Getsemaní: “Estando en agonía, oraba más intensamente” (Lc. 22:44).

Ahora bien, no solo se nos dice que debemos orar por todo y que debemos rogar, también se nos instruye a hacerlo con acción de gracias. Este es un aspecto crucial en nuestras oraciones. Un espíritu de gratitud nos mantendrá alejados de las dudas y los razonamientos que a menudo surgen cuando buscamos algo de Dios. ¿No ha satisfecho él nuestras reales necesidades en el pasado? ¿No estamos sinceramente agradecidos por ello? De este modo, se genera en el alma una tranquila confianza en el futuro, y “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Esta paz, resultado de una genuina y humilde comunión con Dios, es sumamente práctica. Es verdad que el sacrificio de Cristo ha hecho que todos los creyentes tengan paz con Dios, pero la paz de Dios trae tranquilidad al alma que descansa en la voluntad de Dios, lo cual es una verdadera salvaguarda para nuestros corazones y para nuestros pensamientos.

L. M. Grant

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