El Señor Está Cerca

Día del Señor
9
Noviembre

Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor.

(Lamentaciones 1:12)

Los sufrimientos insondables de Cristo

Cuando nuestro bendito Señor estuvo en este mundo, él enfrentó innumerables motivos de sufrimiento, los cuales fueron diversos y constantes. El sufrimiento se intensificaba a medida que él se acercaba a la escena final en el monte Calvario. El dolor está asociado al testimonio de Dios y quien se asocia con Dios seguramente experimentará sufrimiento en un mundo como este.

Ahora bien, el dolor que él experimentó era particular, pues él es el único que podía resolver aquel problema aparentemente imposible de resolver: cómo un pecador podía ser reconciliado con un Dios santo. ¿Cómo podía Dios hallar a alguien que manifestara la inmensa gloria de su gracia hacia el hombre pecador? Dios halló a Aquel que podía ser el indicador perfecto de lo que era el pecado a sus ojos: Cristo. En Getsemaní, él recibió de las manos de Dios la copa de la ira. Allí, la espada de Dios fue desenvainada y anticipó sus sufrimientos en la cruz. Durante las tres horas de tinieblas, la espada se levantó contra el Pastor; Cristo bebió la copa del juicio hasta agotarla. En ese momento, Dios no pudo mirar a Aquel en quien estaba toda su complacencia.

En la cruz, especialmente en las tres horas de tinieblas, podemos ver la valoración que Dios le da al pecado. Su Hijo amado fue hecho ofrenda por el pecado y todo el peso de la ira de Dios contra el pecado cayó sobre él y tuvo que soportarlo todo solo. Si bien podemos considerarlo el Varón de dolores a lo largo de toda su vida, Dios estuvo con él en cada paso que él daba. Sin embargo, en la cruz vemos su verdadera condición como Varón de dolores, cuando Dios apartó de él su mirada, y él expresó a viva voz: “Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”. Nunca antes había sentido esto, pues solo en ese momento estaba llevando el pecado sobre su propio cuerpo, en la presencia de Dios. Ni un solo rayo de luz brilló mientras el Hijo de su amor estaba allí, sufriendo, el Justo por los injustos. El hombre trata de mantener el pecado lejos, fuera de la presencia de Dios, pero Cristo lo llevó directamente a su presencia para que fuese juzgado por él.

G. V. Wigram

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