El Señor Está Cerca

Miércoles
22
Octubre

Todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios.

(1 Pedro 5:5-6)

Revestirse de humildad

El versículo de hoy enfatiza la importancia de la humildad: “Revestíos de humildad”. Este mandato es un desafío importante en nuestras relaciones con otros creyentes. Mostrar humildad es una verdadera muestra de respeto, cuidado y sumisión hacia los demás. Como siempre, el ejemplo perfecto es nuestro amado Señor, quien sirvió en esta tierra con un amor inalterable. El conmovedor relato de Juan 13 nos muestra la gloria de quien, en su santidad, sirvió a los demás con amor. La práctica de Filipenses 2:3 puede ser la base de la unidad entre los creyentes: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”. ¡Qué estándar tan elevado!

El apóstol Pedro dice entonces: “Dios resiste a los soberbios”. El amor de Dios es inmutable, pero es necesario que eliminemos el orgullo de nuestros corazones y seamos humildes para poder disfrutar plenamente de su amor y sus bendiciones. “Jehová es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo mira de lejos” (Sal. 138:6).

Entonces, Pedro nos exhorta a humillarnos “bajo la poderosa mano de Dios”. Las Escrituras están llenas de referencias al poder de la mano de Dios. Por ejemplo, en Isaías 40 hallamos una referencia que resalta su majestuosidad y poder: “¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra?” (Is. 40:12). Sin embargo, su mano poderosa también es una mano de amor que nos acerca a su corazón y que guía dulcemente a sus hijos hacia el hogar.

F. A. Hughes

R. Robertson

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