Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
Los jóvenes suelen estar llenos de energía para superar desafíos. Este vigor, que es un don de Dios, tiene sus límites. Cuando se trata de desafíos espirituales, incluso los más energéticos suelen estar agotados. Aunque son capaces de superar numerosas pruebas de fuerza física, cuando son puestos a prueba por la Palabra de Dios, se derrumban por completo, no físicamente, sino espiritualmente.
Seamos jóvenes o ancianos, hay una fuerza espiritual disponible para todos los que depositan su fe en el Señor. Esta fe implica dependencia del Señor, creyendo que él se encargará de renovar constantemente nuestras fuerzas. Se trata de un fenómeno milagroso, aunque real y tangible.
El versículo de hoy nos indica que aquellos que confían en el Señor levantarán alas como las águilas. Aunque se trata de una figura retórica, su significado es incluso más valioso que una interpretación literal. Se trata del carácter que se nos anima tener en Colosenses 3:1: “Buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios”. Cristo es aquel bendito centro que atrae nuestro corazón de tal manera que todas las bendiciones que hay en él se vuelven esenciales y vivas para el alma. ¿Anhelamos la gracia de Dios que nos capacita para vivir por encima de las circunstancias que nos rodean?
Correrán, y no se cansarán. Con esta dependencia en la fe, podemos poner en práctica lo que leemos en Hebreos 12:1-2: “Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús”. En lugar de agotarnos en esta carrera, necesitamos tener paciencia para resistir. El secreto para no desfallecer ni desanimarse está en mantener nuestra mirada en Jesús.
L. M. Grant
