Entonces respondió José a Faraón:… Dios ha mostrado a Faraón lo que va a hacer.
Los sabios del antiguo Egipto indudablemente tenían sus propias teorías acerca del futuro del país, basándose en ellas para diseñar sus políticas y trazar sus planes. De manera similar, los líderes contemporáneos, ya sean políticos, religiosos, intelectuales, capitalistas o trabajadores, formulan diversas teorías acerca del gobierno futuro del mundo. Sin embargo, todas estas teorías humanas comparten un elemento en común: dejan a Dios fuera del dominio terrenal. Aunque los hombres puedan llegar a reconocer a Dios como el “Dios de los cielos”, no lo reconocen como el “Dios de la tierra” (Gn. 24:3), la cual es el centro de los afectos humanos y que es gobernada según un ideal humano que pone la voluntad del hombre por encima de todo, excluyendo completamente a Dios.
No obstante, Dios tiene sus propios planes para el futuro gobierno del mundo y nos lo ha declarado claramente en su Palabra. En los días de José, Dios le mostró a Faraón lo que estaba por hacer a través de sueños. En nuestros días, él nos ha dado una revelación aún más clara y directa de lo que está a punto de hacer. Dios iba a gobernar Egipto a través de alguien que había sido rechazado por sus hermanos, desechado y olvidado por el mundo. Y Dios nos ha revelado que, según su buena voluntad, él tiene el propósito de reunir todas las cosas en Cristo, tanto las que están en los cielos como las que están en la tierra (Ef. 1:10).
Aquel que, al entrar al mundo, no halló lugar ni siquiera en una posada junto al camino; aquel que, cuando estuvo aquí en la tierra, fue un forastero y un peregrino sin un lugar donde recostar su cabeza; Aquel que fue crucificado en una cruz entre dos malhechores, es Aquel a quien Dios ha designado para gobernar: “El principado (gobierno) sobre su hombro” (Is. 9:6).
Hamilton Smith
