El Señor Está Cerca

Viernes
17
Octubre

Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos?

(Juan 21:15)

¿Me amas?

En el día de su resurrección, el Señor Jesús tuvo una reunión privada con Pedro (Lc. 24:34). Allí, sin duda, Jesús restauró totalmente el alma de Pedro después de sus graves negaciones. Sin embargo, era importante también restituir a Pedro en su servicio ante los otros discípulos. Así que, el Señor le preguntó: “¿Me amas más que estos?”, refiriéndose a si Pedro lo amaba más que los otros presentes. Pedro, quien unos días antes había presumido que nunca lo abandonaría, incluso si todos los demás lo hicieran, ahora debía confrontar su excesiva confianza en sí mismo.

Pedro le respondió al Señor: “Sí Señor, tú sabes que yo te quiero” (v. 15 VM), usando una palabra más suave para referirse al amor. Además, no se atrevió a decir “más que estos”, admitiendo así que no podía asegurar que su amor por Cristo fuese superior al de los demás. Cuando el Señor le volvió a preguntar, ya no lo hizo en comparación con los demás, sino un simple “¿Me amas?”. Pedro respondió: “Sí, Señor, tú sabes que yo te quiero” (v. 16 VM), reconociendo que no podía igualar la profundidad del amor del Señor. Finalmente, el Señor le preguntó: “¿Me quieres?”, utilizando la misma palabra que Pedro usó en sus respuestas anteriores. Es como si le dijera: «¿Estás seguro de lo que estás diciendo?». Pedro se sintió desconcertado al darse cuenta ante la pregunta y exclamó: “¡Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que yo te quiero!” (v. 17 VM). Pedro entendió entonces que no podía confiar en sí mismo, pero sí en el Señor, quien conocía su corazón. Como leemos en 1 Juan 3:20: “Si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas”.

Debido a que Pedro había presumido de su amor en público, era necesario que el Señor lo corrigiera suavemente en público. Esto también llevó a su comisión pública para servir al pueblo del Señor. En el libro de los Hechos, vemos a un Pedro valiente y apasionado, pero nunca más confiado en sí mismo. Aprendió la apacible verdad de confiar en Cristo en lugar de confiar en uno mismo.

Stephen Campbell

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