El Señor Está Cerca

Día del Señor
12
Octubre

Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.

(2 Corintios 8:9)

Se hizo pobre por amor a nosotros

¿Qué conocimiento tenemos acerca de las riquezas de nuestro Señor Jesucristo? Sin la Palabra de Dios, sería imposible formarnos una visión realista de sus riquezas. Sin embargo, al recurrir a ella, nuestra única fuente confiable de información, nos asombramos con lo que descubrimos. En el libro de Job, posiblemente el libro más antiguo de la Biblia, Dios interpela a Job.

Dios le formuló preguntas retóricas a Job, cuyas respuestas son evidentes. Por ejemplo: “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?” (Job 38:4). En Apocalipsis 4:11, leemos: “Tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas”. Asimismo, en el Salmo 50:10, Dios afirma: “Mía es toda bestia del bosque, y los millares de animales en los collados”. En Hageo 2:8: “Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos”.

Después de oír la voz de Dios, Job se sintió humillado y dijo: “Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42:6). Nosotros también deberíamos humillarnos al considerar las riquezas del Hijo de Dios y contrastarlas con las palabras del apóstol Pablo: “Nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico”. En Mateo 8:20, leemos: “El Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza”. ¡Y el mismo creó el mundo y todo lo que en él hay! En otra ocasión, él pidió que le mostraran un denario, porque él no tenía (Mt. 22:19). Finalmente, cuando sacaron su cuerpo de la cruz, él fue puesto en una tumba prestada (véase Mt. 27:52, 60).

El Señor de gloria se humilló hasta lo sumo en busca de una perla de gran precio. Cuando la encontró, él vendió todo lo que tenía para comprarla (Mt. 13:46). Según su valoración, hemos sido enriquecidos enormemente, ya que “el que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Ro. 8:32).

Jacob Redekop

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