El Señor Está Cerca

Lunes
15
Septiembre

De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.

(Juan 12:24)

“De cierto, de cierto”

Juan 12 nos presenta al Señor Jesús en tres situaciones diferentes.

Primero, en una cena en Betania donde Marta servía, Lázaro compartía a la mesa con él y María ungió sus pies, simbolizando bellamente el servicio, la comunión y la adoración.

Luego, Jesús entró en Jerusalén, siendo recibido por multitudes con palmas y hosannas. Juan lo relaciona con la profecía de Zacarías: “No temas, hija de Sion; he aquí tu Rey viene, montado sobre un pollino de asna” (v. 15), anticipando el día en que Israel lo reconocerá como su Mesías.

Finalmente, leemos acerca de unos griegos (gentiles) que querían ver a Jesús (v. 21), proyectando el futuro Milenio en que el que Jesús reinará como Hijo del hombre sobre la tierra. Ante la petición de estos griegos, Jesús respondió: “Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado” (v. 23).

Primero debía solucionarse el problema del pecado. Esto es a lo que se refiere al principio de este versículo: él, el más puro “grano de trigo” debía humillarse, “haciéndose obediente hasta la muerte” (Fil. 2:8). Si no lo hacía, entonces quedaría solo; pero si lo hacía, entonces habría una abundante cosecha de redimidos, glorificando a Dios y quedando satisfecho al ver “el fruto de la aflicción de su alma” (Is. 53:11).

El glorioso resultado de la resurrección es la maravillosa extensión de alabanza prefigurada en este capítulo y profetizada en el Salmo 22:22-27. Hasta el momento, la alabanza ha provenido exclusivamente de su pueblo celestial. Conocemos su glorificación, moralmente en la cruz y también en el cielo (véase Jn. 13:31-32). ¡Qué bendición poder unirnos con el cielo en respuesta a Aquel cuya alma estaba angustiada y que, aun así, dijo: “Padre, glorifica tu nombre” (Jn. 12:28)!

Simon Attwood

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