El Señor Está Cerca

Lunes
8
Septiembre

Levántate, vete a Sarepta… he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente.

(1 Reyes 17:9)

Elías

Las circunstancias que el profeta encontró al llegar a Sarepta fueron: una viuda y su hijo al borde de la inanición, solo dos leños, un poco de aceite y un puñado de harina. A pesar de esto, la palabra de Dios le había afirmado: “Yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente”. ¡Qué prueba tan misteriosa para la fe!

Elías no dudó por incredulidad en la promesa de Dios, sino que su fe se fortaleció. Sabía que el Dios Todopoderoso proveería para sus necesidades. A pesar de la falta de aceite y harina, no se preocupó, porque miraba más allá de las circunstancias: sus ojos estaban fijos en el Dios que dirige las circunstancias. No veía a la viuda, sino a Dios. No confiaba en un poco de harina, sino en el mandato divino. Por eso, estaba tranquilo en medio de estas circunstancias, las cuales abrumarían a cualquiera que anduviese por vista. Sin dudarlo, dijo: “Jehová… ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá” (v. 14). Así responde la fe a la incredulidad: “Jehová… ha dicho”. Esto lo resuelve todo. Cuando el espíritu entiende y acepta la promesa de Dios, entonces los razonamientos de la incredulidad se acaban por completo. La incredulidad coloca las circunstancias entre el alma y Dios, mientras que la fe pone a Dios entre el alma y las circunstancias. Esta es una diferencia muy importante. ¡Dios nos permita caminar más en la fuerza de la fe, para alabanza de aquel a quien la fe honra siempre!

Un puñado de harina, en manos de Dios y a los ojos de la fe, proveerá recursos tan eficientes como “los millares de animales en los collados” (Sal. 50:10). El lenguaje del corazón humano dice: “Aquí… cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?” (Jn. 6:9). Sin embargo, la fe dirá: «¿Qué es Dios para tantas personas?» La incredulidad dice: ¡Nosotros no podemos hacer nada! Mientras que la fe proclama: Dios puede hacerlo todo.

C. H. Mackintosh

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