El Señor Está Cerca

Sábado
6
Septiembre

Ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.

(Hechos 20:24)

El costo, el rumbo y la fuente en el servicio

Estas palabras, escritas por un fiel siervo de Dios, revelan el secreto del éxito en el servicio al Señor.

El costo: Este siervo calculó el costo de su servicio, a saber, su propia vida, la cual no consideraba valiosa en comparación con su objetivo principal: gloriarse en “la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo” (Gá. 6:14).

El rumbo: Tenía claro que debía seguir un camino definido. No se conducía erráticamente. Antes de su muerte, le dijo a Timoteo: “He acabado la carrera” (2 Ti. 4:7). No dudaba si debía o no predicar las buenas nuevas. Su objetivo era que Cristo fuera glorificado en su cuerpo, ya fuera en su vida o en su muerte.

La fuente: Deja en claro que el ministerio lo recibió directamente del Señor Jesús. En otro lugar, él se refiere a sí mismo como “siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios” (Ro. 1:1). Su primer encuentro con el Señor le proporcionó instrucciones claras: “Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer” (Hch. 9:6). A pesar de los sufrimientos que enfrentó por el nombre del Señor, nunca desobedeció esta visión celestial.

El costo, el rumbo, la fuente: Estos tres aspectos reflejan la vida de nuestro Señor Jesucristo.

El costo: él fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Fil. 2:8).

El rumbo: “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese” (Jn. 17:4).

La fuente: “Como el Padre me mandó, así hago” (Jn. 14:31).

Nosotros también debemos considerar el costo y conocer el rumbo que debemos seguir, para que así glorifiquemos a Dios, que es nuestra Fuente, y entendamos el camino a seguir, glorificando a Dios, la fuente de todo. “Solamente temed a Jehová y servidle de verdad con todo vuestro corazón, pues considerad cuán grandes cosas ha hecho por vosotros” (1 S. 12:24).

A. M. Behnam

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