El Señor Está Cerca

Viernes
5
Septiembre

Sobre mi guarda estaré… y velaré para ver lo que se me dirá.

(Habacuc 2:1)

¿Atascado en el desánimo?

Querido lector cristiano, ¿se siente atrapado por el desánimo? Si es así, sepa que no está solo. Incluso el profeta Habacuc se sintió desanimado por la situación del pueblo de Dios. Todos experimentamos frustración cuando nuestras esperanzas no se cumplen. Inicialmente, la decepción es una emoción normal a una expectativa no cumplida. Pero si persiste, puede convertirse en desánimo, una emoción que oscurece nuestra alegría y satisfacción.

Las circunstancias que desatan estas emociones pueden ser ineludibles, sin embargo, nuestra reacción ante ellas es una decisión personal. Tenemos la opción de dejarnos inundar por la tristeza, o bien, encarar la situación con valentía y presentarla a Aquel que puede brindarnos auxilio.

Vivir en desánimo puede afectar nuestra mente, dificultando la concentración en cualquier cosa que no sea nuestra angustia. Si dejamos que la ira se transforme en una constante, podemos terminar culpando a Dios, a las personas a nuestro alrededor o incluso a nosotros mismos.

La mala gestión de nuestra frustración puede llevar a la depresión, lo que a su vez puede aislarnos de los demás, pues las personas suelen evitar a aquellos que viven amargados y desmoralizados. Este aislamiento puede conducir a una baja autoestima. Finalmente, tal condición puede llevarnos a tomar malas decisiones, basándonos en emociones abrumadoras en lugar de hacerlo en la verdad. Evidentemente, este es un camino autodestructivo y no es lo que Dios desea para nuestras vidas.

Habacuc presentó sus inquietudes a Dios y esperó su respuesta. Aunque todos enfrentamos decepciones de vez en cuando, los creyentes no debemos dar vueltas alrededor de ellas por mucho tiempo. Por el contrario, Dios desea que le confiemos todo, incluso nuestras expectativas no cumplidas y nuestras penas más profundas.

Dios tiene un propósito para todo lo que él permite que suceda en nuestras vidas (véase Ro. 8:28).

Tim Hadley, Sr.

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