El Señor Está Cerca

Lunes
25
Agosto

No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.

(Lucas 1:15)

No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu.

(Efesios 5:18)

Ser llenos del Espíritu

Juan el Bautista fue nazareo desde su nacimiento, tal como lo profetizó el ángel Gabriel en el primer versículo de hoy. Indudablemente, la figura del nazareato está vinculada con el extraordinario poder del Espíritu Santo (véase Nm. 6:1-4)

Muchos cristianos piensan erróneamente que ser llenos del Espíritu Santo es un privilegio exclusivo de unos pocos escogidos. Sin embargo, esta condición es, de hecho, debe ser, la condición normal de cada cristiano, pues todos estamos capacitados para ser llenos del Espíritu Santo, permitiendo que este frene y anule cualquier manifestación de la carne.

Cada creyente es templo del Espíritu Santo, pero no todos están llenos de él. ¿Por qué? ¿Se debe acaso a que el Espíritu es incapaz de llenarlos? ¡Claro que no! En tal caso, él no sería el Espíritu de Dios. ¿Quizás se debe que somos incapaces de evitar contristar al Espíritu? Si así fuera, los cristianos no podríamos conocer lo que es la liberación del poder del pecado. Entonces, ¿qué nos falta para ser llenos del Espíritu? La respuesta está en el nazareato según leemos en el segundo versículo de hoy. El vino en este caso es figura del gozo en las cosas del mundo, y si no somos sobrios en este sentido, entonces los efectos benéficos del Espíritu se ven obstaculizados. El nazareato cristiano implica abstenernos “de los deseos carnales que batallan contra el alma” (1 P. 2:11) y entregar nuestros “cuerpos en sacrificio vivo” (Ro. 12:1). Esto nos conducirá al estado normal de todo cristiano: ser llenos del Espíritu.

Amados hijos de Dios, imaginen cuánto gozo, testimonio y conformidad a Cristo tendríamos si, como verdaderos nazareos, fuésemos llenos del Espíritu. ¿Hemos saboreado alguna vez, aunque fuera brevemente, tal bendición?

H. Rossier

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