El Señor Está Cerca

Viernes
22
Agosto

Levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.

(Lucas 15:20)

El hijo pródigo

El padre mostró amor y compasión hacia su hijo antes de que este pronunciara la confesión que tenía preparada. Abrazó y besó a su hijo, a pesar de sus ropas desgastadas y el olor a cerdo que tenía. ¡Qué escena tan conmovedora!

Muchas personas tienen una comprensión equivocada de Dios, a menudo debido a una teología errónea, a nuestros corazones enemistados, o una mezcla de ambas cosas. Cuando Satanás se acercó a nuestros primeros padres, él cuestionó el amor de Dios, sugiriendo que si Dios realmente los amaba, no les habría ocultado nada: “Sabe Dios que el día que comáis de él… seréis como Dios” (véase Gn. 3:3-6). Escucharon a la serpiente, que básicamente insinuaba que Dios no los amaba. Desde entonces, la humanidad se ha alejado de Dios, y nuestros corazones se retraen ante él.

Sin embargo, la Biblia afirma que mientras nosotros éramos pecadores, Cristo murió por nosotros; el amor de Dios se nos reveló mediante el sacrificio expiatorio de Cristo (véase Ro. 5:8; 1 Jn. 4:9, 10). ¡Qué desafío resulta aceptar esto para el corazón humano, incluso para los creyentes! Alguien dijo una vez que «la raíz de todos nuestros problemas, seamos pecadores o santos, es la falta de fe en el amor de Dios hacia nosotros». En la historia del hijo pródigo, este gran amor y gracia de Dios hacia los pecadores se ilustra en el abrazo del padre a su hijo, quien no se retrajo ante las sucias vestimentas del pródigo. Aquellos que aquel día estaban escuchando la parábola seguramente quedaron asombrados en silencio; de hecho, no leemos que hayan vuelto a hablar en todo el capítulo. Es asombroso que el padre del hijo pródigo lo interrumpido a la mitad de su discurso, no permitiéndole mencionar su propuesta de convertirse en un jornalero (vv. 21-22). La condición de hijo era su posición por gracia, ¡y es la nuestra también!

Brian Reynolds

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