El Señor Está Cerca

Martes
19
Agosto

Sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza.

(1 Timoteo 4:12 NBLA)

¿Somos una ayuda o un estorbo?

En Juan 21, leemos cómo Pedro, aunque consciente de la resurrección del Señor, estaba desanimado y perdido. No sabía qué hacer, así que decidió retomar su antiguo oficio de pescador. Invitó a algunos de sus condiscípulos a hacerlo, pero, a pesar de trabajar toda la noche, no lograron pescar nada (véase Jn. 21:1-3). David también tuvo momentos de desaliento. Saúl insistía en capturarlo y David no encontraba descanso. Luego de pensarlo en su corazón, él llegó a la conclusión de que lo más conveniente era huir para establecerse en la tierra de sus enemigos, los filisteos (véase 1 S. 27:1-3). Sus seiscientos hombres, junto con sus familias, lo siguieron.

Estos son solo dos ejemplos de hombres de Dios que tuvieron gran influencia en la vida de otros, aunque en las circunstancias mencionadas fueron de mal ejemplo para el resto, conduciendo a quienes los seguían a caminos de peligro y corrupción. ¡Qué situaciones tan graves! Ambos casos resultaron en sufrimiento y esterilidad.

Afortunadamente, en la Palabra también encontramos numerosos ejemplos de hombres y mujeres que fueron de gran ayuda y bendición para quienes los rodeaban:

Onesíforo… muchas veces me confortó” (2 Ti. 1:16). “Tened en estima a los que son como él [Epafrodito]; porque por la obra de Cristo estuvo próximo a la muerte, exponiendo su vida para suplir lo que faltaba en vuestro servicio por mí” (Fil. 2:29-30). Mujeres como Dorcas, que “abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía” (Hch 9:36). Pablo también habla así de Evodia, Sintique, Clemente y sus otros colaboradores: “[Evodia y Sintique] combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos” (Fil. 4:3). Y también de Priscila y Aquila, “colaboradores en Cristo Jesús, que expusieron su vida por mí; a los cuales no solo yo doy gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles” (Ro. 16:3-4).

Ahora bien, ¿qué hay de nosotros? ¿Somos una ayuda o un estorbo?

Albert Blok

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