Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.
Hebreos 2:3 hace referencia a aquellos que tuvieron la oportunidad de ver y oír a Jesús personalmente cuando él estuvo en la tierra. Estos discípulos transmitieron luego el mensaje a la siguiente generación, quienes a su vez nos lo confirmaron. Al hablar de nosotros, el autor de la Epístola se identifica con otros escritores del Nuevo Testamento, con el pueblo de Dios y con los creyentes de la actualidad.
Los testigos que el Señor había designado, tal como se narra en el Libro de Hechos, recibieron de su parte el don de liderazgo para guiar a los creyentes. El término pastores o guías hace referencia a las capacidades morales y espirituales que Dios otorga, mientras siguen a Cristo como su principal modelo y líder. Los creyentes deben reconocer a tales líderes, “a los que trabajan entre vosotros” (1 Ts. 5:12). Este reconocimiento implica estar dispuestos a seguir su guía e instrucción, colaborando con ellos.
El versículo comienza con la palabra acordaos. Este nos sugiere que tales lideres ya habían partido a la presencia del Señor. Debían acordarse de ellos y su liderazgo.
En primer lugar, debían recordarlos porque habían proclamado la Palabra de Dios, no meras palabras o ideas humanas, ni programas ni agendas humanas.
En segundo lugar, debían recordarlos por su fe. Las generaciones futuras debían imitar esta fe, no sus formas, costumbres o prejuicios personales.
En tercer lugar, debían recordarlos por el resultado de su andar espiritual, el cual daba autoridad a su enseñanza. Estos pastores que ya no estaban con ellos, respaldados por su conducta, habían sido ejemplos para grey (véase He. 13:17; comp. 1 P. 5:3).
¡Estas consideraciones son cruciales para quienes aspiran a ser guías o conductores en el pueblo de Dios en la actualidad!
Alfred E. Bouter