El Señor Está Cerca

Sábado
9
Agosto

Habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia.

(Hebreos 11:18)

Os habéis acercado… a Jesús… y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel. Mirad que no desechéis al que habla.

(Hebreos 12:22, 24-25)

El verbo «hablar» en la Epístola a los Hebreos

El primer versículo de hoy hace referencia a lo que Dios le dijo a Abraham, el padre de los creyentes: “En Isaac te será llamada descendencia”. Por la fe, Abraham entendió que el sacrificio de su hijo Isaac impulsaría a Dios a actuar con el poder de la resurrección para garantizar el cumplimiento de sus promesas (v. 19). Esto nos conduce a ver al Señor Jesús y su sacrificio, pues Isaac es un tipo de Cristo en este aspecto.

El autor de la Epístola a los Hebreos escribió acerca de la fidelidad de Dios y el perfecto sacrificio de Cristo, no sin antes expresar solemnes advertencias en relación con la disciplina de Dios para corregir y restaurar. El punto que él hace es claro: Jesús es el mediador de un nuevo pacto, el cual establecerá con Israel cuando este sea restaurado en el siglo venidero. La sangre de Jesús fue rociada en la cruz y esta habla mejor que el sacrificio de Abel.

El sacrificio de nuestro Señor Jesús marcó el comienzo de un nuevo orden de cosas. Gracias a ello, los creyentes no tienen que esperar al Milenio para recibir las bendiciones asociadas a él, pues han sido conducidos a una realidad mucho más elevada. Sin embargo, esto también incrementa nuestro grado de responsabilidad. Por lo tanto, debemos prestar atención a Aquel que ahora habla desde el cielo (véase He. 12:25). Él habla con gracia, pero no puede alejarse de la verdad y la justicia.

No debemos ignorar a Aquel que habla. Mayor luz implica mayor responsabilidad. Vivimos en los tiempos de Laodicea, iglesia en la que el Señor ha sido excluido debido a su autocomplacencia (Ap. 3:20).

Lamentablemente, los cristianos han dejado de prestar atención a Aquel que habla desde el cielo. Aunque Abel todavía habla (He. 11:4), el Señor nos insta a escucharlo a él, que es el que habla (He. 12:25). Señor, ¡ayúdanos a escucharte!

Alfred E. Bouter

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