El efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre.
¡Cuán inútil ha resultado la búsqueda de paz a lo largo de la historia! A pesar de todos los esfuerzos, estos no parecen haber generado un cambio de actitud en los hombres y los gobiernos, quienes continúan proclamando: Paz, paz; y no hay paz (Jer. 6:14). Sin embargo, no son capaces de reconocer cuán errados son sus métodos y buscar nuevas alternativas luego de siglos de rotundos fracasos. El antídoto para esta enfermedad que afecta a la humanidad la encontramos en las palabras del Señor Jesús: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
La paz no es un fin en sí mismo, sino el resultado de tener un propósito verdadero en nuestros corazones. Las enseñanzas de Jesús son totalmente coherentes con la doctrina del Antiguo Testamento. Pronto llegará un día en que la justicia obrará paz. En el futuro reino milenial del Señor Jesús, cuando la justicia reine definitivamente, “el efecto de la justicia será paz”.
Aunque la paz puede parecer algo lejano en nuestro mundo actual, quienes creen en el Señor Jesús tienen el privilegio de disfrutar de la paz con Dios. Esta paz es el resultado de la impresionante obra de redención que Jesús realizó en el Calvario. El pecado, que causó tanta hostilidad y discordia, fue tratado con perfecta justicia cuando nuestra culpa fue puesta sobre el bendito Hijo de Dios. El resultado de este juicio justo es una paz duradera, llena de serenidad y seguridad eterna. Los milagrosos efectos de su gran sacrificio son eternos. Eventualmente, el mundo entero reconocerá esto, pero hoy, esta preciada realidad solo se experimenta a través de la fe en el Señor Jesús. Como está escrito en Romanos 5:1: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”.
L. M. Grant