El Señor Está Cerca

Jueves
17
Julio

¿Y tú buscas para ti grandezas? No las busques.

(Jeremías 45:5)

¿Qué buscamos?

Estas palabras fueron dichas a Baruc, un escriba fiel entre el pueblo judío. La tarea de Baruc consistía en transcribir la Palabra de Dios, además de leerla y explicársela al pueblo, quienes se caracterizaban por su obstinación y desobediencia. ¡Qué extraordinario privilegio tenían aquellos que eran llamados a este servicio! Sin embargo, el rey Joacim destruyó lo que Baruc había redactado y ordenó su detención junto con la de Jeremías, pero Jehová los escondió (véase Jer. 36). Este hecho provocó la queja de Baruc: “¡Ay de mí ahora!, porque ha añadido Jehová tristeza a mi dolor; fatigado estoy de gemir, y no he hallado descanso” (v. 3). A pesar de todo esto, Dios, quien escudriña los corazones y las mentes (Sal. 7:9), percibió sus ambiciones terrenales. Baruc ansiaba honores, riquezas y propiedades; cosas a las que Moisés había renunciado hace siglos, ya que, para él, la recompensa de Dios era más preciada que los tesoros de Egipto (He. 11:24-26). Dios le recordó a Baruc que estaba a punto de devastar la tierra y desatar el mal sobre toda la humanidad, pero le prometió que su vida sería rescatada de la boca del león; es decir, que Dios guardaría su vida y velaría por él en cualquier lugar en el que se encontrara. Dios le hizo una promesa similar a Ebed-melec el etíope, porque él depositó su confianza en Dios (Jer. 39:18).

¿Podríamos pedir algo más? ¿No es suficiente con que Dios nos haya concedido la vida cuando merecíamos la muerte y la condenación? Este mundo es como un barco que se hunde, y aunque muchos intentan acumular y aferrarse a todo lo que pueden dentro de él, no se dan cuenta que también se están hundiendo. “¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Mr. 8:36). Los cristianos también podemos quedar atrapados en el frenesí de este mundo y olvidar que somos ciudadanos del cielo con una herencia celestial. Mientras los impíos se hunden, los santos ascienden. La lección es: “¿Y tú buscas para ti grandezas? No las busques”. ¿Qué es lo que buscamos? ¿Aquello que nos agrada o el reino de Dios?

Richard A. Barnett

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