El Señor Está Cerca

Día del Señor
29
Junio

¿No os conmueve a cuantos pasáis por el camino? Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor que me ha venido; porque Jehová me ha angustiado en el día de su ardiente furor.

(Lamentaciones 1:12)

No hay dolor como el dolor del Señor Jesús

En este pasaje, vemos a Jerusalén expresando su dolor, o más bien, a Jeremías expresando el dolor de Jerusalén debido a las consecuencias de sus pecados. Jeremías tuvo la difícil tarea de señalarle sus pecados y rogarle que se apartara de sus malos caminos, pero ella se negó a cambiar. Siguió a sus amantes, mientras sus sacerdotes y profetas la engañaban haciéndole creer que nunca sería llevada al cautiverio. Jeremías y sus palabras fueron despreciados, y él lloró por su corazón obstinado y terco. Sin embargo, ¿no hay bálsamo en Galaad? ¿No hay allí médico? (Jer. 8:22). Sí, el Gran Médico estaba allí; el bálsamo de su palabra estaba allí; pero el pueblo rechazó tanto el bálsamo como al Médico.

Sin embargo, tras estos versículos, hallamos, en letras sombrías y desoladoras, la expresión de dolor de nuestro Señor Jesús. Él lloró por Jerusalén y le suplicó con fidelidad y amor (véase Lc. 19:41-44), y luego fue a la cruz como el sacrificio expiatorio por sus pecados. Al igual que los enemigos de Israel se regocijaron por su desgracia, los enemigos de Jesús se regocijaron al ver sus sufrimientos en la cruz. Quienes pasaban por allí mostraban indiferencia, meneando la cabeza (Mr. 15:29), mientras que muchos que lo despreciaban se sentaban y se burlaban de él en su agonía.

Querido lector, ¿se siente afligido? No quiero menospreciar su dolor, pero permítame decirle que no hay dolor como el dolor del Señor. Dios lo afligió por nuestros pecados, ¡y ese dolor es incomparable! Él ha experimentado un sufrimiento único que lo capacita para consolarlo a usted en su dolor y brindarle sanación y restauración para su corazón y para su vida.

Richard A. Barnett

D. Edwards

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