Entonces Abram dijo a Lot:… ¿No está toda la tierra delante de ti?… Y alzó Lot sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego… Entonces Lot escogió para sí toda la llanura del Jordán.
Al comparar a Lot y Abraham, vemos que ambos eran santos de Dios, pero su forma de andar en paz, gozo y cercanía con él era muy diferente. En el sentido bíblico, Lot era un hombre justo cuya alma sufría diariamente por vivir en Sodoma (véase 2 P. 2:7-8). Por otro lado, Abraham caminaba delante de Dios.
Las pruebas de Lot fueron consecuencia de sus elecciones mundanas. A lo largo de su vida, Lot experimentó gran incertidumbre e ignorancia, y su forma de vivir estuvo marcada por el juicio de Dios. Aunque tenía la fe suficiente para viajar a Canaán con Abraham, el corazón de Lot no estaba tan enfocado en las promesas de Dios como el de Abraham. Esto se evidencia especialmente en su elección de residir en la fértil llanura del Jordán y cómo acampó cerca de Sodoma (Gn. 13:12). Incluso más tarde, lo vemos sentado a las puertas de Sodoma. Una mente carnal actúa según lo que considera placentero y deseable, buscando obtener todo lo que sea para su propio beneficio. Es importante destacar que la Escritura nunca se refiere a Dios como «el Dios de Lot», pero si leemos acerca del “Dios de Abraham”.
En contraste, el corazón de Abraham estaba completamente enfocado en las promesas de Dios, considerando todo lo demás como insignificante en comparación. Renunció a las ventajas terrenales, permitiendo que Lot eligiera dónde vivir. Abraham vivió como un extranjero y peregrino en este mundo, anhelando la ciudad de Dios que se le presentaba ante los ojos de la fe. “Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida… porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (He. 11:9-10). En todo su camino, Abraham se caracterizó por su cercana intimidad y comunión personal con Dios. Dios visitó a Abraham, le reveló sus propósitos y Abraham fue llamado amigo de Dios (Stg. 2:23).
J. N. Darby