Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles; no darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque Jehová vuestro Dios os está probando, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma.
Jehová le dijo a Israel: “Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás” (Dt. 12:32). Era necesario obedecer a la verdad. En Deuteronomio 13, se presenta el caso de alguien que se proclama a sí mismo profeta y que realiza señales que terminan cumpliéndose, pero solo para desviar al pueblo hacia otros dioses. Jehová expresó claramente qué es lo que los israelitas debían hacer ante tal situación: “No darás oído a las palabras de tal profeta… porque Jehová vuestro Dios os está probando, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios”.
Es triste cuando los creyentes se desvían del verdadero camino porque creen que sus circunstancias son favorables y provienen de Dios. A veces decimos que sentimos paz en nuestro corazón, o que hemos tenido una experiencia emocional, o que el Señor nos está bendiciendo de manera especial cuando seguimos ciertas formas de hacer las cosas. En resumen, tendemos a confiar en las señales y los milagros que parecen respaldar nuestro razonamiento y perspectiva. Sin embargo, todo debe ser probado por la Palabra de Dios, en cualquier situación o circunstancia, y el Señor pondrá a prueba nuestros corazones para ver si realmente estamos firmes en él.
El Señor nos pone a prueba. ¿Lo elegiremos a él o a otra cosa? Esta prueba revelará dónde reside el afecto de nuestro corazón y lo que realmente valoramos. “El que me ama, mi palabra guardará” (Jn. 14:23).
Alexandre Leclerc
L. M. Stead