El Señor Está Cerca

Día del Señor
1
Junio

La copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?

(Juan 18:11)

Una copa de ira y una copa de bendición

Cristo se revela de diferentes maneras en los Evangelios. Por ejemplo, en Mateo, se presenta como el Rey; en Marcos, como el Siervo; en Lucas, como el Hijo del hombre; y en Juan, como el Hijo de Dios.

El relato de lo acontecido en el jardín del Getsemaní es muy similar en los tres primeros evangelios. Sin embargo, Juan nos presenta una perspectiva diferente. En los Evangelios sinópticos leemos que el Señor Jesús dijo: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Esto refleja la enorme tarea que el Señor Jesús tenía por delante para obtener la salvación de la humanidad. El hecho de que la copa no le fuera quitada nos muestra que ese era el único camino posible. La copa de la ira que merecíamos fue puesta delante de él.

Sin embargo, en el Evangelio según Juan leemos algo más. Durante ese mismo periodo de oración no se menciona nada acerca del dolor, el sufrimiento ni el costo de lo que tenía por delante. En lugar de eso, leemos que, después de terminar su intercesión, cuando vinieron a arrestarlo, el Señor Jesús dijo: “La copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?”. Más adelante, en la cruz, Jesús bebió por completo aquella copa de la ira. Finalmente, en Juan 19:30, él exclamó en alta voz: “Consumado es”. De ahí en adelante, todo aquel que invoca el nombre del Señor es librado de beber aquella copa de ira que él bebió en nuestro lugar.

Nosotros, en cambio, poseemos una nueva copa, una copa de bendición (1 Co. 10:16). Dios no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros. Todos los que creen en él no enfrentarán la ira venidera (véase Ro. 8:32; 1 Co. 1:10). “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Ro. 8:1).

Brian Prigge

arrow_upward Arriba