Una mujer… clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos. Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite. Él le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas.
El profeta Eliseo, cuya compasión y bondad nos recuerdan a nuestro Señor Jesús, también se veía frecuentemente enfrentado a los problemas de la gente. Algunos de estos problemas son similares a los que se ven en la actualidad. En este caso particular, uno de los hijos de los profetas había fallecido, dejando a su viuda con dos hijos y una gran deuda que no podían pagar. Aunque hoy en día no existen prisiones de deudores ni la esclavitud, muchos creyentes fallecen de manera repentina e inesperada, sin haber tomado previsiones para el futuro de su familia, dejándolos con altos gastos funerarios y deudas de tarjetas de crédito impagas.
¡Qué maravilloso es ver como Jehová obró en favor de esta viuda! Con fe, ella obedeció las instrucciones del profeta de pedir prestadas muchas vasijas vacías. Sin necesidad de ninguna escena espectacular, su necesidad fue satisfecha en la tranquilidad de su hogar. La vasija de aceite, siendo el aceite un símbolo habitual del Espíritu Santo en las Escrituras, fue suficiente para llenar cada una de las vasijas que sus hijos le entregaban. Así fue como Jehová respondió a su fe.
“Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios” (v. 7). ¡Agradezcamos la ayuda que nuestro Señor nos brinda en tiempos de necesidad! Las instrucciones adicionales de Eliseo contienen un principio vital para la vida: pagar nuestras deudas primero y luego vivir con lo que nos queda. Que el Señor nos ayude a no deberle nada a nadie, excepto el amarnos los unos a los otros (Ro. 13:8). Contentémonos con vivir de lo que Dios nos provee y no vivamos por encima de nuestras posibilidades.
Eugene P. Vedder, Jr.