El Señor Está Cerca

Lunes
19
Mayo

Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna.

(1 Timoteo 1:15-16)

Una palabra fiel

Nadie es demasiado malo para Cristo. El enemigo de nuestras almas puede utilizar dos tácticas para alejarnos de Cristo: una es engañándonos con la idea de que no necesitamos un Salvador, pues somos lo suficientemente buenos para Dios, mientras que la otra es hacernos creer que somos demasiado malos como para ser salvos. Sin embargo, ¡ambas cosas son imposibles! La verdad es que “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores”, y Pablo añadió: “De los cuales yo soy el primero”. Y si el primero (o el principal) de los pecadores ya ha sido salvado, entonces nadie debe sentir desesperación. “Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia” (Ro. 5:20). Dios se complace en mostrar su gracia incluso a los más despreciables y viles, así como a aquellos que se creen justos pero que han comprendido que todas sus justicias son como trapos de inmundicia delante de él (Is. 64:6).

No hay forma más efectiva de influir en los demás que el testimonio personal de alguien que ha sido salvado. La simple teoría, por muy verdadera que sea, no es suficiente. Debe haber una experiencia personal de la gracia salvadora si uno quiere ser un ganador de almas. Decir: «Cristo puede salvar a los pecadores» es algo verdadero, pero no basta con eso. Sin embargo, decir: «Él me ha salvado», le da poder al mensaje y brinda seguridad a los corazones de los oyentes, pues son capaces de ver que quien habla está dando testimonio de lo que él mismo ha experimentado.

H. A. Ironside

D. B. Towner

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