El pueblo de aquella tierra se puso a desanimar al pueblo de Judá.
(Esdras 4:4 NBLA)
Después de setenta años de cautiverio, alrededor de 42. 000 judíos regresaron a la tierra de Judá desde Persia. Contaban con la autorización y el respaldo del rey Ciro de Persia. Sin embargo, luego de reedificar el altar de Dios (Esd. 3:2), se enfrentaron a una fuerte oposición.
La oposición se presentó de inmediato cuando comenzaron los sacrificios continuos. El enemigo se hizo presente en el momento de la adoración a Dios. El “pueblo de aquella tierra” fue su principal oponente. Observamos que su principal herramienta fue el desánimo. ¿Cuál es la implicación espiritual para nosotros en la actualidad? Sabemos que lo que le sucedió al pueblo de Israel tiene un equivalente espiritual para la Iglesia de Dios y que ha sido escrito para nuestra enseñanza (véase Ro. 15:4). El “pueblo de aquella tierra” representa típicamente a los poderes espirituales de maldad que operan en contra de los intereses de Dios; esto se manifiesta especialmente cuando los cristianos intentan tomar su posición como pueblo de Dios. Estas naciones representan las “huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” que se levantan contra los creyentes (Ef. 6:12).
En la Epístola a los Efesios, se nos revela la existencia de estos poderes de maldad y se nos enseñan las verdades más elevadas relacionadas con la Iglesia, estando sentados juntamente con Cristo “en los lugares celestiales” (Ef. 2:6). Sin embargo, Satanás hará todo lo posible para evitar que el pueblo de Dios comprenda y disfrute plenamente estas verdades. La historia de la Iglesia demuestra la efectividad de las tácticas del enemigo. La respuesta que ofrece Pablo es que cada uno de nosotros debe vestirse de “toda la armadura de Dios” (Ef. 6:11). No podemos enfrentar esta batalla solos, sino únicamente con el poder de su fuerza (Ef. 6:10).
Brian Reynolds