Estaban junto a la cruz de Jesús su madre… Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
En los Evangelios, durante el ministerio público de Jesús, leemos en ciertas ocasiones de su madre María, pero no se menciona a su esposo José. En Mateo 13:55, Jesús es llamado el Hijo del carpintero, mientras que en Marcos 6:3 se le llama el Carpintero. Estas cosas nos hacen deducir que María era viuda mientras su Hijo primogénito servía a su Padre celestial. Sin embargo, en Juan 7:5 leemos tristemente que ni siquiera sus hermanos creyeron en Él.
En Lucas 2:34-35 leemos la profecía del anciano Simeón, quien le dijo a María, mientras ella y José presentaban al Niño Jesús en el templo, que una espada atravesaría su alma en un futuro cercano. Sin duda alguna, esta profecía se cumplió cuando María estuvo al pie de la cruz de su amado Hijo, presenciando su sufrimiento. ¡Cuánto dolor y angustia debió causarle la crueldad de los hombres hacia aquel a quien amaba! A pesar de que el ángel había predicho que su Hijo sería grande y que sería llamado Hijo del Altísimo, y que recibiría “el trono de David su padre” (Lc. 1:32), ahora lo veía colgado en una agonía terrible. Esta experiencia debió de ser extremadamente dolorosa para ella.
En medio del sufrimiento de la cruz, su precioso e inmaculado Hijo le habló sencillamente, encomendándola a su amado discípulo Juan. A pesar de su propia agonía, Jesús pensaba en su madre y le mostró su amor al preocuparse por ella. ¡Qué amor tan profundo!
La última mención de María en Hechos 1:14 nos muestra que ella estaba perseverando en oración junto a los discípulos y los hermanos del Señor, quienes para aquel entonces ya habían creído en él.
Eugene P. Vedder, Jr.