El Señor Está Cerca

Jueves
24
Abril

Vosotros sois hijos de luz e hijos del día… Por tanto, no durmamos como los demás.

(1 Tesalonicenses 5:5-6)

Caminemos en la luz, ¡no seamos sonámbulos!

Dios conoce todo acerca de nosotros, cada pensamiento, cada motivación, y nada puede ocultársele. Los hijos de Dios debemos caminar teniendo esta certeza, pues sabemos que Dios escudriña nuestro corazón y que él ve todas las cosas. Sin embargo, no debemos temer su mirada penetrante, al contrario, ¡podemos regocijarnos en ella! Dios conoce todo lo que somos, y debemos ser conscientes de que nunca podremos sorprender a Dios con nuestras acciones, aunque a veces estas sean un misterio de maldad para nosotros mismos. No hay barrera capaz de separarnos de Dios, ni una sola pisada que pueda escapar de la mirada de Dios. Tenemos la vida eterna, la vida de Dios; Dios habita en nosotros, y nosotros en él; él nos ha dado de su Espíritu, de manera que es nuestro privilegio, a pesar de nuestra pobreza, debilidad y fragilidad, y a pesar de nuestra naturaleza pecadora, caminar en la práctica como aquellos que están en la luz.

La Escritura nunca nos dice que actuemos en una esfera a la que no pertenecemos. No se le pide a los muertos que caminen ni a aquellos en la oscuridad que realicen las obras de los hijos de la luz. El legalismo no está en línea con la revelación de Dios de que él es luz. En cambio, la Escritura nos anima a actuar de acuerdo con lo que somos: “Vosotros sois hijos de luz”.

En la vida natural, dormir y caminar no son actividades que podamos realizar simultáneamente, aunque veces hay quienes sufren de sonambulismo. Ahora bien, el sonambulismo no es algo que exista en el ámbito espiritual, aunque esto no significa que no haya creyentes que parezcan sonámbulos. Desafortunadamente, muchos cristianos han caído en la trampa del formalismo y el mero cumplimiento de leyes religiosas, lo cual podría considerarse como sonambulismo en este contexto.

¡Seamos auténticos y, dado que no pertenecemos a la oscuridad, no durmamos como los demás!

H. F. Witherby

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