El Señor Está Cerca

Lunes
21
Abril

Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad. Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores. Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate. Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre.

(Lucas 7:12-15)

Un funeral cancelado

El Señor Jesús estaba ocupado recorriendo pueblos, haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo. A menudo lo seguían grandes multitudes. Al llegar a la ciudad de Naín, se encontró con una gran multitud. Se trataba de una procesión fúnebre del único hijo de una mujer viuda. El corazón compasivo del Señor se conmovió al ver a la pobre madre viuda y le dijo: “No llores”. Si nosotros dijéramos algo así, estaríamos demostrando nuestra falta de comprensión y sensibilidad, pero no era así con nuestro Señor.

A continuación, tocó el féretro abierto, lo cual según las normas judías lo habría hecho contaminado, otro error de los estándares humanos, pero nuestro Señor no se podía contaminar, pues él no estaba sujeto a las consecuencias del pecado. Entonces, los portadores del féretro se detuvieron. El Señor se dirigió al cadáver y dijo: “Joven, a ti te digo, levántate”. Sería insensato que uno de nosotros dijera algo así, pero fue el Señor, el Dador de vida, quien lo dijo.

El relato continúa diciendo: “Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar”. Acción y comunicación, ¡maravillosa evidencia de vida! En Juan 5:21 Jesús dijo: “Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida”. Después, entregó al joven a su madre, lo que la llenó de alegría y transformó su llanto en alegría.

Ni la viuda ni su hijo habían pedido este milagro, por lo que este fue totalmente obra del Señor. La gente temió y glorificó a Dios. Hoy en día, Jesús sigue siendo capaz de dar vida, no solo física, sino de dar vida eterna a todo aquel que cree en él.

Eugene P. Vedder, Jr.

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