Porque un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría.
Este versículo, a menudo utilizado en tarjetas de condolencias y cuadros murales cristianos, merece un análisis más profundo. El salmista había experimentado la disciplina de Dios, pero reconoce que esta es temporal en comparación con el gran esquema de todas las cosas. La disciplina es por “un momento” y “para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad” (He. 12:10). En contraste, el favor de Dios para toda la vida y no se ve afectado por las fluctuaciones de nuestra condición espiritual.
La segunda parte del versículo es un reflejo de la primera. El lloro dura una noche, ¡pero da paso a la alegría de una mañana eterna! En hebreo, la palabra durar utilizada en este versículo significa alojarse o pasar la noche. Esto nos presenta la figura de que el llanto es como un huésped temporal que se va por la mañana, no es un morador permanente.
Quizás el Señor Jesús tuvo en mente este versículo durante la noche de su traición, cuando consoló a sus discípulos con las siguientes palabras: “De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo” (Jn. 16:20). Cristo los estaba preparando para los eventos de su muerte y resurrección, y para el impacto que esto tendría sobre ellos. Ellos tardaron en entender sus palabras y no las comprendieron plenamente hasta después de su ascensión.
La verdad de estos versículos también es cierta para nosotros los cristianos: aunque vivamos en la noche del rechazo de Cristo, y aunque parezca que el “dios de este siglo” hace lo que le place, pronto amanecerá una nueva mañana que nunca acabará, será una “mañana sin nubes” (2 S. 23:4). ¡Cristo ha resucitado!
Brian Reynolds