El Señor Está Cerca

Miércoles
16
Abril

Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.

(Efesios 4:26-27)

Enojarse y no pecar

A menudo se piensa que es incorrecto que un cristiano sienta disgusto o enojo, pero las Escrituras y otras enseñanzas demuestran que puede ser apropiado. Sin embargo, debemos ser cautelosos acerca de la fuente y la naturaleza de nuestra ira. Si nuestra ira surge simplemente como una reacción egoísta o como venganza, esto va en contra de todo lo que Cristo representa. Encontramos en él ejemplos de ira hacia ciertas personas o circunstancias, lo cual demuestra claramente que tenía un profundo sentimiento acerca de lo que era contrario a Dios (véase Mr. 3:5).

Es posible que otros lo acusen de falta de amor si usted habla enérgicamente en contra del mal en alguien o algo. Pero esto no es cierto; denunciarlo en lugar de ignorarlo es un verdadero acto de amor. El verdadero amor consiste en tener siempre los mismos sentimientos que Dios tiene hacia lo que se nos presenta. Podemos tener comunión con lo que Dios aprueba, pero no debemos amar lo que Dios aborrece.

“Airaos, pero no pequéis”. Existe un gran peligro de pecar cuando nos enfadamos, por eso se nos añade esta advertencia. El simple sentimiento de enojo hacia alguien que ha pecado puede y debe ser un sentimiento santo, siempre y cuando no vaya más allá. Así es como debemos sentirnos en la presencia de Dios.

Ahora bien, ¿cómo podemos saber si estamos pecando cuando nos airamos? “No se ponga el sol sobre vuestro enojo”. Si nuestro espíritu se mantiene irritado, con impaciencia, antipatía o desprecio, entonces es claro que nuestra ira no es según de Dios. Cuando el sol se pone, es tiempo de buscar la comunión pacífica con Dios, en lugar de alimentar nuestro resentimiento lejos de de su presencia. Por eso se añade: “Ni deis lugar al diablo”. Cuando alimentamos la ira o guardamos resentimientos en nuestra mente y corazón, entonces le estamos abriendo la puerta a Satanás con facilidad, y luego de esto se hace difícil expulsarlo de ahí.

W. Kelly

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