El Señor Está Cerca

Miércoles
9
Abril

La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.

(Salmo 19:7)

Salmo 19

En la primera parte de este salmo, el libro de la revelación de Dios en la creación, David utiliza el nombre divino El, que significa Poderoso. Él es el Dios poderoso que se muestra en la creación y que es observado por las naciones paganas. Pero, en el resto del salmo, utiliza el nombre Jehová (vv. 7-14). El uso del nombre Jehová aquí es significativo, pues es el nombre que Dios utiliza en relación con su pueblo.

El filósofo y teólogo alemán, Immanuel Kant, escribió una vez en una de sus obras filosóficas más conocidas: «Dos cosas llenan mi ánimo de creciente admiración y respeto a medida que pienso y profundizo en ellas: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí». La primera parte de esta afirmación es correcta, como vemos en los primeros seis versículos de este salmo. Sin embargo, la segunda parte demuestra los límites de la filosofía humana. Debido a que la teología liberal de Kant tenía una baja estima de la inspiración de las Escrituras, esta se apartó de la Biblia y se dirigió a la conciencia humana en busca de dirección, la cual es claramente deficiente. En la Biblia, Dios nos ha dado una guía confiable, a diferencia de la ley moral del hombre caído o de sus filosofías.

La segunda revelación de Dios se encuentra en la Biblia. La Palabra de Dios tiene un valor indescriptible. Es más valiosa que el oro refinado y más dulce que la miel. Restaura el alma, instruye a los sencillos, alegra el corazón, ilumina los ojos y limpia la vida (vv. 7-9). Todo aquel que lee la Biblia puede afirmarlo. A través de las Escrituras, el siervo de Dios es amonestado. Pablo le dijo algo similar a Timoteo, expresando que la Palabra de Dios es “útil para enseñar, para redargüir, para corregir”, con el propósito de que el hombre de Dios esté completamente preparado para toda buena obra (2 Ti. 3:16-17).

En el Salmo 19, el “siervo de Dios” es amonestado por la Palabra de Dios, mientras que en en 2 Timoteo 3, el “hombre de Dios” es instruido y preparado por ella. En cualquier caso, el mensaje es claro: debemos valorar y conocer su contenido.

Brian Reynolds

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