La reina… dijo:… En tu reino hay un hombre en el cual mora el espíritu de los dioses santos… al que el rey Nabucodonosor tu padre, oh rey, constituyó jefe sobre todos los magos… por cuanto fue hallado en él mayor espíritu y ciencia y entendimiento, para interpretar sueños… Daniel, al cual el rey puso por nombre Beltsasar. Llámese, pues, ahora a Daniel, y él te dará la interpretación.
A pesar del inminente peligro del ejército enemigo que cercaba la ciudad, el rey Belsasar de Babilonia no mostraba preocupación. En cambio, celebró una ostentosa fiesta para mil de sus nobles. Mientras disfrutaba de la festividad, dio la orden de traer los vasos de oro tomados del templo de Jehová en Jerusalén por su antepasado Nabucodonosor, tanto para él, su harén y sus nobles. Mientras bebían, dedicaban alabanzas a sus ídolos.
De repente, los dedos de una mano aparecieron escribiendo en la pared frente al rey. Aturdido y tembloroso, convocó a sus sabios y astrólogos para que interpretaran la inscripción, pero ninguno pudo hacerlo. En ese momento, la anciana reina madre entró en la sala de banquetes. Recordando la sabiduría de Daniel, a quien Dios había otorgado un gran entendimiento en los días de Nabucodonosor, sugirió que lo llamaran para interpretar la inscripción. Destacó la sabiduría de Daniel y su excelente espíritu, confiando en que él podría ofrecer la interpretación necesaria.
Daniel fue convocado y, tras leer las palabras, proporcionó una interpretación contundente, incluyendo una reprensión a aquel malvado rey. Dios había evaluado su reino y lo había encontrado deficiente, por lo que esa misma noche Belsasar fue asesinado y su reino entregado a los medos y persas.
En contraste con la reina, nosotros podemos recomendar la sabiduría del Señor Jesús, quien es mucho más grande que Daniel. De hecho, él es la Sabiduría personificada, la solución a todos los problemas de la humanidad. Él posee un excelente espíritu de amor y bondad, pero también es Aquel a quien le ha sido dado la autoridad de hacer juicio (véase Jn. 5:22, 27).
Eugene P. Vedder, Jr.