Estas, pues, son las naciones que dejó Jehová para probar con ellas a Israel, a todos aquellos que no habían conocido todas las guerras de Canaán.
La infidelidad de Israel provocó que Jehová dejara a sus enemigos en la tierra y utilizó esta situación para probar a su pueblo. Dios desea que su Iglesia sea ejercitada de forma similar. Sin embargo, esto no se llama sufrir con Cristo o ser perseguido, lo cual sería motivo de gloria.
Si la Iglesia se vuelve mundana y rechaza ser un pueblo celestial, Dios la dejará donde ella misma se ha colocado. Esto no significa que no debamos avanzar más allá, ya que Dios utiliza estas circunstancias para probarnos, ejercitarnos y permitirnos conocer su fuerza, ya sea a través de enfrentar luchas o superar obstáculos. De esta manera, Dios saca el bien del mal.
La mundanalidad es la infidelidad de la Iglesia. Aunque Dios no promueve esto, permite que subsista para ser ejercitada en un futuro. Al ver lo que hay en nuestros corazones, él no ha abolido estas cosas, las cuales luego se convierten en aguijones en nuestros ojos (véase Nm. 33:55). No las ha dejado para que las aceptemos, sino para que sirvan como una manifestación de que la fidelidad no acepta ninguna de estas cosas. Si la providencia divina permitió que en Israel quedaran vestigios de los falsos dioses, no fue para que los siguieran, sino para poner a prueba la fidelidad del pueblo para que los destruyeran. ¿Significa que debemos dejarnos llevar por los falsos dioses solo porque son seguidos por la mayoría? No, la fe confía en el poder de Dios. No solo nos enfrentamos a los atractivos del mal, sino también a la fuerza del Enemigo.
Dios ha permitido que conozcamos lo que es la guerra. A veces, esto nos sorprende y fácilmente nos convencemos de que habría más bendición si no hubiera lucha. Sin embargo, tan pronto como resistimos a Satanás, siendo fieles en la batalla y apoyándonos en el poder de Dios, el Enemigo se alejará de nosotros; no solo será derrotado, sino que huirá. Dios quiere que conozcamos la lucha para que aprendamos que él está con nosotros y que nos apoyemos en él.
J. N. Darby