El Señor Está Cerca

Jueves
20
Marzo

Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella.

(Hebreos 11:4)

Aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas.

(Génesis 4:3-4)

Las ofrendas de Caín y Abel

Abel ofreció un sacrificio que, en términos de esfuerzo personal, no le costó mucho, pero lo presentó por fe. Reconoció su condición de pecador, alejado de Dios y fuera del jardín, donde la muerte había entrado. Al mismo tiempo, demostró su reconocimiento de la gracia divina que cubrió la desnudez de sus padres. Se acercó a Dios mediante un sacrificio de propiciación, el único medio para quitar el pecado y permitir que un pecador se acerque a Dios por la muerte de otro. Ofreció este sacrificio por fe, y Dios lo aceptó, dando testimonio de la aceptación de sus ofrendas.

Abel fue aceptado por Dios en virtud del valor de su ofrenda, que apuntaba a Cristo. Dios mismo había cubierto la desnudez de Adán, y Abel, reconociendo su posición y la necesidad de un sacrificio expiatorio, vino a Dios por el único medio que le permitiría entrar a la presencia de Dios.

Caín, en cambio, presentó los frutos de su arduo trabajo. Aunque reconocía la necesidad de acercarse a Dios para adorarlo, lo hizo sin reconocer la realidad del pecado. Caín se presentó como si nada hubiera cambiado después de ser expulsado del paraíso, siendo moralmente insensible a su propia condición y a la maldición que pesaba sobre la tierra. Aunque ofreció los frutos de su trabajo, también presentó la evidencia de la maldición que resultaba del pecado. No reconoció su verdadera naturaleza, la santidad de Dios, el pecado ni la maldición que afectaba su trabajo.

Dios, a través de los principios establecidos en Génesis, reveló cómo el hombre podía acercarse a él después de salir del paraíso.

J. N. Darby

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