El Señor Está Cerca

Viernes
14
Marzo

En mi prosperidad dije yo: no seré jamás conmovido.

(Salmo 30:6)

¡Cuidado con la prosperidad! ¡Abraza la adversidad!

“Quieto estuvo Moab desde su juventud, y sobre su sedimento ha estado reposado, y no fue vaciado de vasija en vasija” (Jer. 48:11). Concédale riquezas a una persona; permita que sus barcos traigan constantemente valiosas mercancías a casa; que los vientos y las olas parezcan ser sus sirvientes, guiando sus barcos a través de las profundidades del poderoso océano; que sus tierras produzcan abundantemente; que el clima sea favorable para sus cosechas; que el éxito ininterrumpido lo acompañe; que destaque entre los hombres como un comerciante próspero; que goce de salud continua; que pueda viajar por el mundo con energía y ojos brillantes, viviendo felizmente; que tenga el espíritu vivaz y siempre una canción en sus labios; que sus ojos estén llenos de alegría. La consecuencia natural de una condición tan próspera y agradable siempre será orgullo y soberbia. Incluso David dijo en su prosperidad: “No seré jamás conmovido”, y nosotros no somos mejores que David, ni la mitad de buenos.

Debemos ser cuidadosos con los caminos fáciles; ya sea que estemos caminando por ellos o si el camino es áspero, debemos dar gracias a Dios por ello. Si Dios nos acunara siempre en la cuna de la prosperidad; si nos mimara siempre en el regazo de la fortuna; si no tuviéramos ni una mancha en la columna de mármol de nuestra vida; si no hubiera nube alguna en el firmamento; si no tuviéramos algunas gotas amargas en el vino de esta vida, nos embriagaríamos de placer; pensaríamos que estamos firmes. Y, de hecho, estaríamos firmes, pero lo estaríamos como en un precipicio y, al igual que el hombre dormido en la cima del mástil, estaríamos constantemente en peligro.

Agradezcamos a Dios, entonces, por nuestras aflicciones; démosle gracias por la adversidad; alabemos su nombre por las pérdidas materiales, porque sentimos que, si no nos hubiera corregido así, podríamos haber caído en la trampa de la autosuficiencia. La continua prosperidad en las cosas de esta vida es una gran desgracia y una prueba constante.

C. H. Spurgeon

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