El Señor Está Cerca

Día del Señor
9
Marzo

Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

(Isaías 53:5)

He aquí mi Siervo

Estos conmovedores versículos detallan los sufrimientos del Mesías por su pueblo. Algunos líderes judíos argumentan que Isaías 53 describe los sufrimientos de Israel, y aunque es evidente que Israel ha experimentado muchas pruebas y que en futuro próximo enfrentará la gran tribulación (véase Mt. 24:11), estos versículos nos muestran claramente la necesidad de un Sustituto sin pecado. Claramente, un pueblo pecador no puede ser su propio sustituto, por lo que Israel es quien debe pronunciar la confesión descrita por Isaías y reconocer que a quien ellos rechazaron, su propio Mesías, es quien llevó sobre sí el juicio que ellos merecían.

Un ejemplo similar a esto se encuentra en la historia de los hermanos de José. Cuando ellos se dieron cuenta de su maldad, se arrepintieron y confesaron sus pecados, y Dios obró en ellos una maravillosa restauración (véase Gn. 50:20). Aunque fue obra de Dios, toda la responsabilidad recaía sobre ellos, lo que demostraba su necesidad de arrepentimiento. De manera similar, después de que Israel confiese sus pecados al final de la gran tribulación, serán restaurados en su relación con su Mesías y con Dios, y todas las tribus vivirán en armonía en la tierra prometida.

El Salmo 133 muestra cómo Cristo ofrece sanidad y restauración a través de su sacrificio. En el futuro, todos los creyentes recibirán un cuerpo nuevo gracias a la obra consumada de Cristo (véase Fil. 3:21). Es importante recordar cómo fue herido: sus manos, pies y costado fueron traspasados.

La visión del Cordero inmolado (véase Ap. 5:6) nos inspirará a dar gracias y adorar eternamente al Padre, quien entregó a su Hijo unigénito para llevar a muchos hijos a la gloria. Cristo fue castigado y herido, no solo por manos humanas, sino también bajo el juicio de Dios. ¡Oh, qué amor incomparable es el amor de nuestro Señor y Salvador Jesucristo!

Alfred E. Bouter

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