El Señor Está Cerca

Miércoles
5
Marzo

Vino luego a él palabra de Jehová, diciendo: Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente.

(1 Reyes 17:8-9)

En verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra; pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón.

(Lucas 4:25-26)

Una viuda pagana y el profeta de Dios

Dios cuidó fielmente de las necesidades de Elías. Lo hizo utilizando cuervos, aves consideradas impuras, para traerle alimento. Además, el profeta bebía agua del arroyo de Querit, junto al cual Dios le había dicho que se escondiera. Sin embargo, debido a la prolongada sequía, el arroyo se secó.

En ese momento, Dios dio nuevas instrucciones a su siervo, tal vez difíciles para este gran profeta. Elías debía ir a Sarepta, una ciudad pagana cerca de Sidón, lugar de procedencia de la reina Jezabel. Allí, una viuda se encargaría de proveerle alimento. Esto es un recordatorio de la soberanía de Dios: según sea su voluntad, él puede usar tanto a cuervos impuros como a una viuda gentil. El deber de sus siervos solo es obedecer.

Al llegar a la puerta de la ciudad, Elías se acercó a una viuda pobre que estaba recogiendo leña y le pidió agua y un poco de pan. La viuda le explicó que solo le quedaba un poco de harina y aceite para hacer preparar los últimos alimentos para ella y su hijo antes de morir. Sin embargo, Elías le dijo que con esos ingredientes preparara una torta para él en primer lugar, prometiéndole que Dios no permitiría que el aceite y la harina se agotaran durante la sequía. Con fe, la viuda obedeció y vio cómo las palabras del profeta se cumplieron.

Cuando el hijo de la viuda murió, Elías lo llevó a su aposento y oró a Jehová. Dios entonces le devolvió la vida al muchacho. Este relato ilustra la soberanía y la gracia de Dios. Su soberanía al enviar a su profeta a un pueblo pagano y utilizar a una viuda extranjera, en lugar de las muchas viudas que había en Israel, para alimentar a su siervo; y su gracia, al proveer para ella y para su hijo.

Eugene P. Vedder, Jr.

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