Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad.
El profeta Isaías recibió estas palabras de Jehová alrededor del año 740 a. C. Se trata de una profecía y una sentencia al mismo tiempo. Declara la ceguera judicial que recayó sobre el pueblo de Israel. Imagina lo que debió haber sentido Isaías. Dios le había dado un mensaje profético que básicamente decía: «¡No importa lo que diga, de todas formas, no me escucharán!». Aunque nos pueda sonar extraño, veremos cuán apropiada es esta profecía, ¡la cual todavía se sigue cumpliendo!
Este mensaje de Isaías es citado seis veces en el Nuevo Testamento, pero en cuatro contextos distintos.
La primera cita está en los Evangelios sinópticos. Es el mismo Señor Jesús el que hace referencia a ella luego de pronunciar la parábola del sembrador (Mt. 13:13-15; Mc. 4:12; Lc. 8:10). Comenzó a hablar en parábolas debido a que había sido rechazado como Mesías por la nación. Dijo: “Porque viendo no ven”. La nación en su conjunto estaba ciega, tal como había profetizado Isaías, pero el Señor le abrió los ojos a los que lo reconocieron como Mesías.
La segunda cita de la profecía de Isaías está en Juan 12. En este capítulo, el ministerio público del Señor estaba llegando a su fin. La nación judía había rechazado “la luz”, y Juan escribió que Jesús “se fue y se ocultó de ellos” (Jn. 12:36). ¡Qué palabras tan solemnes! Luego, en el versículo 40: “Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, y se conviertan, y yo los sane”. De esta forma, Juan citó la profecía de Isaías acerca de la ceguera del pueblo. ¡Y qué ceguera!
Juan escribió que fue Cristo quien le dio estas palabras a Isaías cuando el profeta vio “su gloria, y habló acerca de él” (Jn. 12:41). ¡Jesús era Jehová! Sin embargo, y a pesar de que había realizado muchas señales, ¡los judíos seguían sin creer en él!
Brian Reynolds