El Señor Está Cerca

Día del Señor
2
Marzo

Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.

(Isaías 53:4)

He aquí mi Siervo

Este texto contiene términos clave y forma parte de la confesión en la cual Israel reconocerá a Jesús como su Mesías. Esto sucederá cuando él regrese del cielo y se manifieste en gloria. En la actualidad, los creyentes podemos identificarnos con esta confesión, ya sea que provengamos de los judíos o de los gentiles, pues hemos comprendido que el Señor Jesús también sufrió el juicio de Dios por nosotros.

El pueblo del Mesías, representado por sus líderes, acusó injustamente a Jesús de blasfemia y decidió crucificarlo. En aquella época, la tierra de Israel estaba bajo la ocupación romana y, según la ley de ellos, la pena capital se ejecutaba mediante crucifixión. Barrabás, culpable de insurrección y asesinato, esperaba su ejecución. Sin embargo, el pueblo eligió a Barrabás (cuyo nombre significa hijo del padre) en lugar de Jesús (el verdadero Hijo del Padre), quien era completamente inocente (véase Mt. 27:20-26). Aunque se equivocaron grandemente en esta elección, todo esto cumplió el plan determinado de Dios (véase Jn. 3:13; Hch. 2:23).

La palabra ciertamente en esta confesión nos habla de la voluntad del Sustituto. Aunque el pueblo merecía sufrir el juicio de Dios, el Sustituto ocupó voluntariamente su lugar en aquel juicio. Al aplicarlo a nosotros, podemos decir que el Señor Jesús, como el sacrificio por el pecado, soportó el juicio que nosotros merecíamos. Cuando reconocemos que, como pecadores, necesitábamos un sustituto en el sacrificio, nos convertimos en aquellos que ofrecen el sacrificio e imponen sus manos sobre él (véase Lv. 4:4), transfiriendo simbólicamente nuestra culpa, pecado e iniquidad sobre el Sustituto (véase 2 Co. 5:21). Después de confesar nuestros pecados, aceptamos la obra de Cristo al poner nuestras manos sobre él, el Sacrificio por el pecado, identificándonos con él y con su obra, ya que él tomó nuestro lugar bajo el juicio de Dios.

Alfred E. Bouter

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