El Señor Está Cerca

Sábado
8
Febrero

La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron. La verdad brotará de la tierra, y la justicia mirará desde los cielos.

(Salmo 85:10-11)

Justicia y paz en la cruz

Desde el cielo, ¿cuándo ha mirado Dios con justicia y ha visto la verdad brotar de la tierra? De hecho, vemos todo lo contrario. Dios ha buscado repetidamente a alguien justo en esta tierra, pero no encontró a ninguno (véase Ro. 3:10-12).

Antes del diluvio, leemos lo siguiente acerca de las condiciones morales en la tierra: “Vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Gn. 6:5). Después del diluvio, aunque el corazón del hombre no había cambiado, Dios decidió no volver a destruir a todo ser viviente. ¿Qué fue lo que movió el corazón de Dios para cambiar esto? Dios mismo nos da la respuesta. Después de que Noé, su familia y todos los animales salieron del arca, Noé construyó un altar y ofreció holocaustos a Dios de todos los animales y aves limpios. El olor fragante de estos sacrificios subió al cielo, “y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre” (véase Gn. 8:18-21).

Lo que conmovió a Dios fue su amor y aprecio por los sacrificios ofrecidos, que eran representaciones del único sacrificio que podía satisfacer su corazón: el sacrificio del Cordero de Dios. El corazón del hombre se caracteriza por su deseo y placer, actuando independientemente de Dios. Sin embargo, Dios ve más allá de lo que hay en el corazón del hombre y actúa según el placer de su propio corazón al revelar la fragancia de Cristo. En la cruz vemos que la misericordia y la verdad se encontraron, y que la justicia y la paz se besaron. Ahora Dios encuentra placer y plena satisfacción en Cristo y, al mirar desde el cielo con justicia, encuentra deleite en todos aquellos que son aceptos en el Amado.

Jacob Redekop

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