El Señor Está Cerca

Martes
28
Enero

Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, ¿qué es la madera de la vid más que cualquier otra madera? ¿Qué es el sarmiento entre los árboles del bosque? ¿Tomarán de ella madera para hacer alguna obra? ¿Tomarán de ella una estaca para colgar en ella alguna cosa?

(Ezequiel 15:1-3)

El propósito de la Vid

Este pasaje de Ezequiel explica la razón del juicio de Dios sobre Israel. Dios compara a Israel con la madera de la vid, que no tiene ningún uso práctico y se convierte en combustible para el fuego (vv. 4-5). Jehová ha puesto su rostro en contra de ellos y los juzgará como por fuego debido a su persistente infidelidad (v. 8).

Aunque el pasaje nos habla acerca de Israel, la figura de la madera de la vid nos ofrece una lección muy útil para nuestros días. Esta es prácticamente inútil para la mayoría de los propósitos, pues es demasiado delgada para ser usada en construcción y demasiado débil y deforme para elaborar siquiera una estaca para la pared. Entonces, ¿para qué plantar una vid? La respuesta parece ser clara: por su fruto. El fruto de la vid alegra el corazón de Dios y del hombre (véase Jue. 9:13), y esto la hace única entre todos los árboles de la creación.

Estos detalles iluminan las palabras del Señor Jesús a sus discípulos en Juan 15. Allí dice: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos… yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca” (vv. 5, 16). Como sarmientos de la Vid verdadera, nuestro propósito es dar fruto espiritual que perdure. Somos débiles y deformes en nosotros mismos, por lo que no podemos construir nada sobre lo que somos o poseemos. Sin embargo, un pámpano fructífero no solo glorificará a Cristo, sino también al Padre, quien es el labrador de la viña.

Stephen Campbell

J. N. Darby

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