Todos los varones soberbios…
(Jeremías 43:2, 4)
Continuando con nuestra meditación en el libro de Jeremías, leemos que todo iba de maravilla. El pueblo estaba reunido en torno a Gedalías y acababan de tener una buena cosecha de vino y frutas de verano. Sin embargo, justo entonces ocurrió un desastre. Ismael, un miembro de la familia real, mató a Gedalías. Hemos considerado a Gedalías como una figura del Señor Jesús, en torno a quien nos reunimos en la actualidad. Sin embargo, nuestro Señor “estuvo muerto y ha vuelto a la vida” (Ap. 2:8 NBLA), y “vive perpetuamente” (He. 7:25 NBLA). ¡Alabado sea su Nombre!
El resto de los líderes comenzó a preparar una huida a Egipto (Jer. 41:17) y le pidieron a Jeremías que los guíe en la voluntad de Dios. Lamentablemente, a pesar de que Jehová les indicó claramente que permanecieran en la tierra, y que él los cuidaría allí, “todos los varones soberbios” desobedecieron y se fueron a Egipto.
En nuestros días, con frecuencia surgen dificultades y grandes pruebas en las congregaciones de los redimidos del Señor. ¿Cuál es la dirección del Señor en momentos así? “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste” (2 Ti. 3:14). Persistamos en obediencia a su Palabra, procurando que nada nos separe del Señor.
Lamentablemente, “todos ofendemos muchas veces” (Stg 3:2). Tal vez la falta de simpatía o amor fraternal de parte de nuestros hermanos en medio de las dificultades nos haga cuestionar si debemos seguir aquí o huir a “Egipto”. No seamos como esos varones soberbios que no escucharon la voz de Jehová y huyeron a Egipto, donde pronto encontraron más problemas (véase Jer. 43:11). En cambio, sigamos el ejemplo de Pedro. Cuando muchos discípulos abandonaron al Señor, él les preguntó a los doce: “¿Queréis acaso iros también vosotros?”. Pedro entonces respondió en nombre de todos: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6:67-68). Aferrémonos a él en estos últimos días mientras esperamos su venida.
Kevin Quartell