El Señor Está Cerca

Lunes
13
Enero

Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.

(Colosenses 3:23-24)

¿A quién servimos?

Cuando se trata de servir en la iglesia, la gente rara vez se ofrece voluntariamente para tareas que pasan desapercibidas. Suelen preferir un puesto de liderazgo. No hay nada malo en dirigir un grupo o enseñar en una clase numerosa. Sin embargo, Dios nos llama a tener el corazón de un siervo, es decir, que nuestra motivación sea vivir para glorificarlo a él y no a nosotros mismos.

Muchos piensan que servir al Señor es algo deslumbrante, algo que se destaca y que todos ven. Por otro lado, si nos enfocamos demasiado en lo que hacemos, incluso en cómo lo hacemos, a menudo nos sentimos insignificantes e incapaces. Pero el mensaje del Señor para cada uno de nosotros es este: en su gran amor, él nos pone exactamente donde quiere que lo sirvamos, y en cada tarea que emprendemos debemos darlo todo, sin importar si hay solo una persona escuchando o una multitud. Después de todo, somos siervos de Cristo, y a él no le interesa el reconocimiento que recibamos en esta tierra. Él desea nuestra obediencia y nuestro máximo esfuerzo. Esto es válido para todos por igual, sin importar el llamamiento particular de cada uno.

El Señor nos llama a servir por varias razones. Primeramente, el servicio nos libra del orgullo y el egoísmo, permitiéndonos centrarnos en su Persona. En segundo lugar, mostramos nuestro amor a Cristo al cuidarnos unos a otros. En tercer lugar, Dios prueba y purifica nuestros corazones a través del servicio. ¿Cómo definimos el «éxito»? Solemos definirlo como «la consecución de ciertos objetivos propuestos de antemano». Sin embargo, la definición bíblica es diferente. El Señor desea que descubramos sus planes, lo obedezcamos y nos convirtamos en todo lo que él se propuso de antemano. En otras palabras, para alcanzar el éxito, según el sentido bíblico, debemos dejar que el Señor nos muestre cuáles son sus metas para nuestra vida.

Tim Hadley, Sr.

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