Padre de huérfanos y defensor de viudas es Dios en su santa morada. Dios hace habitar en familia a los desamparados; saca a los cautivos a prosperidad.
Deja tus huérfanos, yo los criaré; y en mí confiarán tus viudas.
Es conmovedor leer en las Escrituras acerca del amor con el que Dios cuida de las viudas y los huérfanos. Nuestro Dios Creador vela por sus criaturas, y cuanto más indefensas son, más se preocupa por ellas. “Él da a la bestia su mantenimiento, y a los hijos de los cuervos que claman. No se deleita en la fuerza del caballo, ni se complace en la agilidad del hombre. Se complace Jehová en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia” (Sal. 147, 9-11). Además, dice: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Co. 12:9).
Nuestro Dios Creador creó a la mujer como compañera idónea del hombre. A lo largo de toda la Palabra de Dios, el esposo es visto como cabeza de la esposa, aunque no como alguien superior a ella. Ninguno de los dos debe ser independiente del otro, sino que cada uno necesita al otro. Por lo tanto, la muerte de uno de los cónyuges constituye una gran pérdida, especialmente para la esposa, pues pierde a aquel que Dios ha designado para nutrirla y cuidarla, a quien ella debe complementar y a quién debe someterse como al Señor. Por otro lado, los huérfanos, especialmente aquellos sin padre, viven en circunstancias difíciles, ya que Dios ha confiado a los padres responsabilidades especiales en la educación de sus hijos. Así que Dios tiene una preocupación especial por los huérfanos de padre.
La sociedad siempre está dispuesta a aprovecharse de las viudas y los huérfanos. En tiempos bíblicos, una viuda era muy vulnerable. El mundo de entonces era esencialmente un mundo de hombres, y esto sigue siendo cierto en gran medida en la actualidad y en muchas partes del mundo. Sin embargo, Dios estaba, y sigue estando, del lado de los indefensos y los desfavorecidos. Podemos decir, con total seguridad y gratitud: “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Ro. 8:31).
Eugene P. Vedder, Jr.