Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron.
David utilizó la propia espada de Goliat para acabar con él y sellar así la derrota del paladín filisteo. Este acto de David con la espada del gigante es un maravilloso ejemplo de cómo Cristo “por medio de la muerte” destruyó “al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo” (He. 2:14). A causa del pecado del hombre, Satanás tenía el poder de la muerte, pero el Señor Jesús se hizo Hombre para que, por la gracia de Dios, “gustase la muerte por todos” (He. 2:9).
“Y David tomó la cabeza del filisteo y la trajo a Jerusalén” (v. 54). El lugar donde nuestro Señor fue crucificado es conocido como el Gólgota, que significa “lugar de la calavera”. El nombre Gólgota tiene un significado más profundo de lo que parece a simple vista. Existen debates entre estudiosos bíblicos, arqueólogos y líderes religiosos acerca de qué colina de Jerusalén o sus alrededores es realmente el Gólgota. Hay intereses en juego, como el orgullo religioso y los beneficios lucrativos. Algunos dicen que se trata una formación rocosa que se asemeja a un cráneo humano (conocido como el Calvario de Gordon). Según la antigua tradición judía, se trata de una colina en Jerusalén donde se encuentra enterrado el cráneo de Adán, aun así, ¡no pueden identificar de qué colina se trata!
Lo que es seguro es que la ’calavera’ es un símbolo universal de la muerte. La triste realidad es que todos los hombres estaban bajo el poder y el temor de la muerte hasta que Cristo obtuvo su victoria trascendental en la cruz (He. 2:15; véase Ro. 5:12). Para el creyente, la muerte ya no es un enemigo, ahora es algo que nos pertenece (véase 1 Co. 3:22). Esto último se debe a que, gracias a que Cristo cargó con nuestro juicio en la cruz, cuando un cristiano muere, ya no se trata de un juicio por el pecado, sino que es simplemente el medio por el cual seremos llevados a la gloria.
Brian Reynolds