Escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo… Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás… tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam… también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco… Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira… Tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos.
(Apocalipsis 2:12-15, 18, 20)
Durante el período de Esmirna, diez grandes persecuciones consecutivas no pudieron contra la fe cristiana. Al contrario, como lo escribió alguien, la sangre de los mártires ha llegado a ser la simiente de la Iglesia.
Entonces Satanás empleó otra táctica, la que se ve en Pérgamo (v. 13). Lo que la violencia no pudo producir, la benevolencia de las autoridades lo hizo. Bajo el reinado del emperador romano Constantino, en el año 312 d. C., la adopción del cristianismo como religión del Estado -acontecimiento que muchos consideran como un gran éxito de la verdad- favoreció el relajamiento, el carácter mundano y la introducción de doctrinas extrañas (vv. 14-15).
Pero en Tiatira, iglesia que subsiste hasta el final, el mal avanzó un paso más. Fueron las tinieblas de la Edad Media, comparadas aquí con el siniestro reinado de Acab, al cual su mujer Jezabel incitaba a hacer el mal (1 R. 21:25). La Iglesia se cansó de ser extranjera en este mundo y quiso reinar. Y ya conocemos el papel político que ella siempre deseó desempeñar. Pues bien, la dominación que esa iglesia de Tiatira, buscó con mucha arrogancia a los que oprimió, torturó y quemó en las hogueras… pero que son los verdaderos vencedores. Ellos reinarán con Aquel que viene como la Estrella de la mañana.
J. Koechlin