Te aconsejaré con mis ojos puestos en ti. No seas como el caballo o como el mulo.
(Salmo 32:8-9 NBLA)
No cesamos de… pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual.
En Colosenses 1:9-11 hallamos toda una serie de pautas para los que están en comunión con Dios. Se nos insta a estar “llenos del conocimiento de su voluntad”. El Espíritu Santo nos guía hacia el conocimiento de la voluntad divina, incluso sin necesidad de orar al respecto. Si tengo entendimiento espiritual sobre algo en particular, puede ser el resultado de mucha oración previa, y no necesariamente debido a que he orado específicamente sobre aquello en el momento. A menudo hemos tenido que orar acerca de un asunto porque no estamos en comunión. Hay cosas sobre las que ahora no tengo ninguna duda de cuál es el pensamiento de Dios, mientras que quizás hace 5 años tenía que orar muchas veces acerca de lo mismo antes de poder ver con claridad cuál era su voluntad.
Cuando Dios nos está usando, si estamos libres de nosotros mismos, él puede poner en nuestros corazones ir aquí o allá; entonces Dios nos está guiando de manera positiva. Pero esto supone que una persona está caminando con Dios, diligentemente; supone una muerte al yo. Si caminamos humildemente, Dios nos guiará.
Muchos hablan de dejarnos guiar por la providencia. La providencia a veces controla, pero nunca, propiamente hablando, nos guía; guía las circunstancias. Si voy a un lugar a predicar y descubro cuando llego que el tren se ha ido, Dios ha ordenado las cosas a mi alrededor (y debo estar agradecido por ello); pero eso no es Dios guiándome; mi voluntad era ir. Todo lo que obtenemos de esta guía de la providencia es muy precioso; pero no es ser guiados por el Espíritu de Dios; no es ser guiados con sus ojos puestos en nosotros, sino por el “cabestro” de Dios. Si bien la providencia gobierna, no nos guía en el sentido estricto de la Palabra.
J. N. Darby