Y si llega Timoteo, mirad que esté con vosotros con tranquilidad, porque él hace la obra del Señor así como yo.
Según lo que consideramos en la meditación anterior, el carácter de Timoteo era propenso al miedo y la timidez. Dios no le había dado el espíritu de temor, así que este no provenía de Dios, pues él quiere darnos a conocer el “perfecto amor”, que echa fuera el temor. El poder de Dios está siempre a nuestra disposición, y en Cristo también hemos recibido el “dominio propio” (2 Ti. 1:7). Este dominio propio nos habla de sobriedad, es decir, una mente tranquila. Este carácter lo vemos en el Señor Jesús, en las pruebas más profundas de su camino, y también se manifiesta en aquellos que siempre han caminado cerca de él.
Pero el miedo puede manifestarse en situaciones inesperadas. En una ocasión, Pablo les escribió lo siguiente a los creyentes en Corinto: “Y si llega Timoteo, mirad que esté con vosotros con tranquilidad, porque él hace la obra del Señor así como yo” (1 Co. 16:10). Un joven siervo del Señor puede tener temor o inquietud ante la perspectiva de hablar ante una audiencia que pronto le criticará por su mensaje. Este fue el caso de Timoteo cuando sintió que debía ministrar entre los corintios. Estaban acostumbrados a escuchar las enseñanzas de Apolos o de otros siervos con oídos críticos (1 Co. 1:12). ¡En ocasiones incluso habían criticado al propio apóstol Pablo! Es posible que también haya iglesias actualmente en la que los hermanos más jóvenes prefieren no hablar por temor a hermanos mayores que son demasiado críticos. También puede suceder que su temor no tenga fundamento, sin embargo, realmente se sienten intimidados en sus corazones.
Pablo comprendió esto y anticipó la posible recepción de los corintios a Timoteo. Pablo se aseguró de que los corintios fueran conscientes de que Timoteo estaba haciendo la obra del Señor. ¡Oh, que hubiera más pastores dispuestos a animar a los discípulos más jóvenes y disipar sus temores!
Brian Reynolds
